BENDITA IMAGINACIÓN


"Desvirtuamos la infancia insertando a los niños en nuestra sociedad enferma de la cual somos esclavos. Deberíamos escucharles y construir la convivencia desde la ética y los valores humanos, echando al suelo los falsos ídolos que nos encadenan a necesidades que no son tales, en beneficio de unos pocos."

Escribí estas líneas como comentario a una entrevista con el artista checo Jan Svankmajer donde hablaba del proceso creativo basado sobretodo en la imaginación, el mayor bagaje de la infancia que desafortunadamente vamos soterrando conforme crecemos adaptando arquetipos y conveniencias hasta que apenas somos conscientes de ello.

Olvidamos que hubo una vez en que imaginábamos, soñábamos mundos imposibles mas no para nosotros. Nos sentíamos ligeros como plumas y capaces de tocar el cielo con las manos. Éramos libres.

El niño nace libre y por ende exigente, egoísta y cruel. Pero no debemos dar a estos atributos el mismo significado que tienen cuando los aplicamos a un ser que ya no es un niño; a un ser domesticado.
El niño pequeño no imagina leyes, normas o costumbres sociales sino que defiende su territorialidad ante los otros niños; quiere a quienes le cuidan y le muestran cariño y obvia o rechaza directamente a aquellos con los que no interacciona. 
Le decimos a un niño que de un beso a un conocido o familiar que habitualmente no trata y muy posiblemente se negará; ¿es maleducado?, ¿es arisco?; no, simplemente aún no está totalmente inmerso en la sociedad y sus maneras. En ese momento el sujeto en cuestión no forma parte de su entorno vital ni satisface ninguna de sus necesidades de cuidado o afecto. 
Cuando llevamos por primera vez al niño a la guardería o al colegio mostrará rasgos de egoísmo hacia sus nuevos compañeros; es natural; la Naturaleza a la que vamos dando la espalda conforme crecemos, nos dota de instinto de protección y defensa hacia lo que es nuestro.

Es pues interesante el proceso de socialización del niño y muy grave el hecho de desvirtualización del mismo que denota la decadencia actual.
Es tarea de los padres o tutores educar al niño para poder crecer en el contexto social de cada uno. Así le enseñaremos a compartir, admitir pareceres distintos, perdonar, dotándole de una serie de valores que le lleven a ser una persona honesta.
El problema surge cuando somos los adultos quienes hemos olvidado dichos valores. En modo alguno podremos educar en la honestidad desde la pasividad y el mal ejemplo.

Creo firmemente que la crisis económica actual se alimenta de una carestía aún mayor de valores éticos y humanos que nos lleva a aceptar que aquí vale todo y al egoísmo supremo de mirar solo para uno mismo aunque el tu prójimo necesite auxilio.
Cada vez es mayor la cantidad de personas adultas con problemas mentales causados por la forma de vida actual; y es inútil querer curarlos de forma individual, por ello nos limitamos a paliarlos con fármacos o cualquier otra forma de droga . Es la sociedad la que está muy enferma.

estamos imbuidos en una cadena que no nos permite pararnos a pensar en aquello que realmente queremos y porqué. Seguimos enganchados cual vagones que circulan cada vez más rápido sin saber que locomotora les está guiando.

En toda sociedad existen individuos cuya capacidad de visión y liderazgo les hace más idóneos para marcar el buen funcionamiento de la convivencia. Desde los albores los seres humanos se han organizado de forma grupal para obtener mayor calidad de vida.
Cuando esta "calidad" de vida empieza a favorecer a unos pocos en detrimento de todo el resto de la colectividad degenera en un sistema injusto. Es entonces cuando debemos alzarnos para manifestar nuestra disconformidad y luchar para enderezar el sistema, incluso cuando ello suponga la caída del mismo en por de una regeneración social.

Todo ello es mucho más complejo actualmente. El capitalismo desmedido se ha ocupado siempre de crear una serie de necesidades que no son tales para conseguir un consumo que no decaiga sino al contrario, se alimente cada vez más engordando en beneficio de la minoría que ostenta su titularidad. Siendo válido como sistema económico al igual que otros, deja de ser lícito cuando degenera en una corrupción masiva.

Será motivo de un futuro escrito la tendencia innata o no, del ser humano a pudrir cualquier sistema de organización social o económico.
De este modo hemos llegado a un estilo de vida rápido, muy rápido, donde imbuidos en el día a día no nos queda apenas tiempo para reflexionar siendo grande sobretodo el cansancio anímico.

Y no solo pasan deprisa las horas, llenándolas entre jornada y jornada laboral con "necesidades de ocio" de las que bien se podría prescindir.
 Pasamos también raudos por las semanas, los meses y los años arrastrando con nosotros a los niños, haciéndoles partícipes de un ritmo vital donde las carencias afectivas, los tiempos no dedicados, las palabras no dichas ni escuchadas las intentamos paliar con sustituciones basadas en el pago.

¿De veras es así como lo queremos?. Tal vez cuando se llega a anciano sea demasiado tarde para lamentarse de lo que pudo haber sido, de lo que pudimos haber hecho porque ni aún entonces recuperamos la libertad.

Dejemos imaginar a los niños, que sean libres para expresar y encontrar su camino. Démosles la mano sin apretarles adecuando nuestro paso al suyo y no al revés. No les hagamos crecer demasiado rápido dándoles a veces la autonomía que aún no han pedido u obligándoles a ser aquello para lo que aún no están preparados. No les creemos necesidades que no demandan.

Vale la pena intentar legarles una sociedad mejor donde sustituyan nuestra cobardía acomodaticia por la imaginación.

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