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Mostrando entradas de febrero, 2017

DISTOPÍA

Cada vez me es más difícil convivir con la sociedad a la supuestamente pertenezco. No la elegí y ahora sé que tampoco puedo cambiarla, así que mi anhelo de poder apartarme y proteger de sus desmanes a quienes amo es mayor cuanto más avanzo por ella. Lo intenté, de veras; pensándolo bien la juventud es eso: confiar en que se puede ser feliz. Antes que cualquiera de sus supuestas virtudes, el creer que la vida es luminosa, sonora como un cascabel y agradable como un atardecer veraniego. De este modo se llega al acto más egoísta posible que no es otro que el de ser madre, traer un hijo a este mundo. Y aún en ese momento tenemos una disculpa, todavía creemos. ¿Cuántos instantes de optimismo valen la pena?. ¿Cuántas veces hay que intentarlo?, abarcar nuevos proyectos personales no es más que prolongar la frescura de la inmadurez como estímulo para continuar. Y llega a cansar. Imagino vivir fuera de todo ello. Tecnológicamente es posible, comprar, vender, trabajar, ociar,..