LA IMPORTANCIA DE VIVIR


Ha pasado más de un año desde que empece este blog. El primer escrito fue fruto del enésimo enfado ante la gestión política que sufrimos. Siguieron diversos temas, algunos de opinión y otros de corte más intimista. Tuve momentos más prolíficos seguidos de tiempos en que escribí menos, sea porque estuve más ocupada y también porque no sentía la pulsión necesaria para coger lápiz y papel. Ya sé que el oficio de escribir requiere voluntad y constancia aunque muchas veces éstas las empleaba en llevar mi día a día.

En un año pasan muchas cosas. La mayor parte de nuestros días se llenan de pequeñas cosas que conforman nuestro devenir cotidiano, inmerso a su vez en el devenir de nuestro barrio, nuestra ciudad, nuestro país...en perfectos círculos concéntricos en cuyas órbitas nuestra capacidad de decisión se diluye de forma progresiva en el ámbito cada vez mayor de dichos círculos.

Pienso que lo realmente importante es lo que nos atañe de forma más cercana, esos minúsculos actos que compartimos con quienes queremos; así el hecho de ver una película con tus hijos, dar un paseo con tu pareja, abrazar a tu hermano o consolar a un amigo es la savia que nos empuja a seguir.

Ya sé que las decisiones a mayor nivel  nos afectan a todos pero no por ello dejaré de creer que realmente a esas alturas poco caso hacen al vulgo, al cual se le requiere votar cada cierto tiempo para mantener la pantalla tras la cual se escudan quienes realmente manejan la economía y por ende la política, disciplinas cada vez más globales y encaminadas a exprimir todos los recursos, léase capital humano, medio natural, desarrollo tecnológico... al servicio del beneficio.

Creo firmemente en el ser humano a nivel individual; somos fuertes y la Historia muestra los grandes logros obtenidos por hombres y mujeres insignes. Es muy importante la educación, la formación que permite desarrollar todo el potencial que cada uno de nosotros posee.
Es mi modo de crecer como persona e intentar aportar un eslabón en una cadena infinita que no hay que dejar que se oxide.

Volviendo al principio insisto pues en la importancia de valorar de verdad aquello que sentimos y palpamos cada día, las manos que ofrecemos, las palabras que decimos, los afectos recibidos.
Pasan los años y la vida te sacude a veces de modo brutal; y no hacen falta muchas de estas sacudidas para relativizarlo todo y quedarnos con lo que realmente importa.

Cuesta aprender a vivir y muchas veces cuando empezamos a aprobar la asignatura vital nos "cierran la escuela". Debemos ser conscientes del hecho de vivir sin convertirnos por ello en seres serios y circunspectos, sino al contrario en personas vitalistas y sanas sabiendo reír, llorar, amar buscando siempre en nuestro interior el etéreo concepto de felicidad entendida siempre desde el bien común sin el cual nunca hallaremos el propio. Del resto, ya nos será dado por el destino, el azar o vaya usted a saber.

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