CONFESIÓN
En la orilla solitaria de un inmenso mar encontraré el remanso para mi alma inquieta y dubitativa.
Desnuda de artificios me reconoceré y confesaré ante mi misma que fallé.
Que hablé a deshora o callé sin más.
Que no expliqué lo suficiente o dije demasiado.
Que ofendí o dí pié a que me ofendieran.
Que no escuché o no encontré quién me entendiera.
Es ante uno mismo donde no cabe el engaño, pues no hay mentira más inútil que la dicha frente a un espejo.
Fallé muchas veces buscando hacer las cosas bien pero si algo dan los años, que tantas banalidades dejan atrás, es la experiencia de lo vivido; el aprender a sentirse bien con uno mismo sin perderse en disquisiciones acerca de lo que pudo haber sido.
Se ralentiza el paso y el pensamiento, mirando hacia atrás con realismo y sin ira.
Y vuelvo a adentrarme en el mar de la vida, a veces calmo y a veces proceloso, con el espíritu tranquilo y el ánimo dispuesto.
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