LA MENTIRA


No es difícil mentir a los demás. Podemos argüir cientos de excusas que justifiquen una mentira, anteponerle cientos de adjetivos que la disfracen y aunque seguirá siendo una falsedad, la apariencia que le proporcionamos facilitará que nuestra conciencia la acepte.

La mentira puede ser una falacia en toda regla, un embuste mayúsculo al servicio de quien haga prevalecer el interés propio al escrúpulo.
La mentira se ha usado para hacer daño individual o colectivamente. La política, la diplomacia o el periodismo albergan mentiras; la envidia, el resentimiento o la codicia inventan y sostienen engaños que llegan a generar duda o incluso certeza.

Puede darse a la mentira un cariz bueno por útil si con ella se evita un daño. La permisividad que se le otorgue habrá de resultar del choque entre la moral propia y el apremio de una situación dada.

Habla Platón de la mentira noble, aquella que se justifica en favor del bien público, permitiendo el engaño individual de la colectividad en bien del estado. Se contrapone esta postura al pensamiento que concede al raciocinio el poder de motivar la aceptación de una autoridad política por parte de los gobernados, como defiende Locke. La mentira noble ataca la libertad individual y cuestiona la capacidad de decidir.
Immanuel Kant no admite la mentira en ninguna circunstancia, calificando la obligación de la verdad como imperativo categórico sea cual fuere la circunstancia que sobrevenga ya que el ser humano es un fin y no un medio.
¿Sería posible una convivencia social con la sinceridad como bandera?

El filósofo David Livingstone Smith considera que "la mentira es parte misma de la evolución humana" y aunque no proyecta nuestra mejor imagen "...quien no sabe mentir está en desventaja y, de alguna forma, desde el punto de vista evolutivo el uso sensato del engaño es mejor que la honestidad total".

Arduo me es determinar mi concepto de mentira, éticamente reprobable sin duda, mas no por ello quito razones a quienes han dedicado tiempo y esfuerzo considerable a sumergirse en los procelosos motivos de su justificación. 

Enseñamos a los niños a no decir mentiras aunque hacemos uso de ellas como vehículo de interacción social. Tal vez es porque lo que nos alarma es que no sepan defenderlas.
Mentimos en una entrevista de trabajo o al elaborar un curriculum si con ello mejoramos nuestra imagen,  y cuando por ejemplo, alguien nos requiere una opinión acerca de su persona, echamos mano de una cierta insinceridad a poco que le tengamos cierto aprecio si con ello nuestro parecer le ha de ser más agradable.

La mentira social es un instrumento más que facilita la relación, bien sea usada para obtener provecho propio, evitar daño personal, ajeno o ambos, o para convencer.

La próxima actualización del Diccionario de la lengua española, prevista para el cercano mes de Diciembre, contendrá el neologismo posverdad cuya definición es la siguiente: "información o aseveración que no se basa en hechos objetivos, sino que se apela a las emociones, creencias o deseos del público."

El director de la Real Academia Española, Darío Villanueva, señaló en una ponencia "el potencial [...] que la retórica tiene para hacer locutativamente real lo imaginario o simplemente lo falso" usando ejemplos que demuestran que actualmente aceptamos que "lo real no consiste en algo ontológicamente sólido y unívoco sino, por el contrario, en una construcción de conciencia, tanto individual como colectiva."

Ello me hace recordar una conocida frase de Joseph Goebbels, ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich: "una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad."

Todo ello es tan antiguo como la propia existencia del ser humano. En el siglo V a.C. los sofistas defendían el relativismo aduciendo que la verdad depende del sujeto, de la interpretación que cada persona hace del bien y del mal, de lo que es cierto y de lo que es falso. 

Concluyo reafirmándome en la importancia que he otorgado siempre a poseer unos valores propios y sustentados en una forma de actuar conforme a la ética propia, hablar diciendo lo que se cree cierto, aunque no se diga todo.


"No es en los hombres sino en las cosas donde hay que buscar la verdad." (Platón)

"Sobre cualquier cuestión hay dos argumentos opuestos entre sí." (Protágoras de Abdera, sofista griego)

"Obra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como fin y nunca simplemente como medio." (Immanuel Kant)

"Decimos a los demás que deben ser honestos pero cada uno de nosotros nos reservamos el derecho a mentir a los demás. Como resultado tenemos una actitud marcadamente hipócrita hacia la falta de honradez." (David Livinsgtone Smith)

Comentarios

Entradas populares de este blog

ÚNICOS

COSAS QUE IMPORTAN

YO SOY PORQUE NOSOTROS SOMOS