CLARA

CLARA.

Clara tenía un inmenso jardín. Era tan extenso que en un solo día no podía conocerse entero. Toda clase de árboles y flores lo habitaban. Le gustaba apreciar el aroma de los jazmines y las gardenias, extasiarse ante los rosales de diversos colores, contemplar las alegres margaritas, las hortensias y los geranios que alegraban su vista. La hiedra y las buganvillas tapizaban las paredes de su elegante y sólida casa. Clara no podía soñar con un jardín mejor que aquel paraíso.

Clara tenía un gran jardín. Sus árboles frutales daban sombra en los calurosos días de verano y las flores más diversas exhalaban su aroma, que ella apreciaba sentada en el porche de su bonita casa. Era un gran jardín pero Clara soñaba con tener un día un inmenso jardín. Y soñaba.

El jardín de Clara era mediano. una vieja higuera cobijaba los nidos de algunas aves, y a sus pies arriates de flores daban color al camino de piedrecitas que conducía a la entrada de la casa. Era un lindo jardín pero Clara soñaba con un gran jardín. Y soñaba, soñaba,...

La casa de Clara era pequeña. Cuando se despertaba por la mañana corría al alféizar de la ventana para contemplar su pequeño jardín. Los árboles lo circundaban, y en una esquina un joven limonero ofrecía al viento el aroma de sus frutos, que Clara apreciaba con fruición. Las flores en las jardineras se abrían al sol. Clara soñaba con tener un día un jardín mayor. y soñaba, soñaba, soñaba,...

Clara se desperto cuando notó las gotas de lluvia que caían en el suelo de su casa. El tejado de uralita tenía goteras, y la única habitación de su casa empezaba a estar sembrada de charquitos. Se levantó y salió al camino de tierra cuidando de no mancharse demasiado de barro las únicas zapatillas que tenía. Antes, y como cada día, contempló las flores de la maceta que tenía en el repecho del ventanuco. Las cuidaba con esmero y su belleza la hacía ensimismarse por unos minutos y soñar con gozar un día de un pequeño jardín.Y soñaba, soñaba, soñaba, soñaba,...

La luz de las farolas se apagaba cuando Clara despertó. El sonido de una sirena la aturdió un momento mientras intentaba situarse. Lentamente se levantó y arrebujada en su viejo chaquetón recogió una pequeña bolsa  y una lata. Su lata, donde tenía una pequeña flor cogida de algún parque. En una fuente cercana le cambió el agua con la esperanza de prolongar su lozanía un día más. Clara soñaba con tener algún día un tiesto con tierra y unas flores. Mientras se alejaba calle abajo contemplaba su pequeña flor y soñaba, soñaba, soñaba, soñaba, soñaba,...

                                                                                                        FIN.

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